Un gran error generalizado con el que viven muchas personas, entre
ellas muchos viejos, es el prejuicio de creer que la vejez es un período
necesario y fatalmente de declinación, deterioro y caos, en todos los sentidos.
Los resultados de las investigaciones actuales en el campo de la gerontología
han demostrado lo incierto y falso de esta idea.
Se ha evidenciado que las características de la tercera edad o vejez dependen
mucho de las características de la personalidad de cada uno, de las condiciones
del ambiente y del modo de vida que se lleve, y no tanto de la edad, si se
mantiene el individuo sano.
Debemos distinguir primero entre vejez sana, normal, y vejez enferma y
achacosa. Existe una clara diferencia entre la vejez sana, en la que se mantiene
la integridad física y el rendimiento psicológico más tiempo, y la enferma, en
la que se manifiesta más pronto la declinación y el deterioro. Está demostrado
que en la vejez sana se conserva y se puede mantener hasta edad avanzada la
eficiencia psicológica, mientras que en la enfermiza, carente de salud, se
presentan con más aceleración e intensidad los síntomas de los procesos
degenerativos y de decadencia.
Contra lo que creen muchas personas, los cambios físicos están menos
relacionados con la edad y más vinculados con las actividades y con los factores
sociales y las relaciones interpersonales, con el modo y estilo de vida de la
persona. Los cambios físicos que aparecen ya en la edad adulta avanzada —como se
denomina actualmente a la vejez hasta los setenta y cinco años aproximadamente—
se pueden dividir en dos grupos:
- aquellos que constituyen “malas noticias”
- los que significan “buenas noticias”
Podemos resumir los cambios corporales asociados al envejecimiento
que constituyen las “malas noticias” en cinco situaciones. En efecto, los viejos
se vuelven:
- Más pequeños. Los cuerpos empequeñecen con la edad, en estatura y peso.
- Más lentos. Los movimientos y reacciones del cuerpo son más pesados, despaciosos, morosos y calmados.
- Más débiles. Los huesos, las fuerzas musculares y los sentidos se debilitan, se consumen y se desgastan.
- Con menos rendimiento. Disminuye el trabajo de los órganos y de las funciones biológicas.
- Con menor cantidad. Se pierde pelo, dientes, audición, vista, etc.
Los síntomas atribuidos a la vejez son la consecuencia de un estilo
de vida inactivo, pasivo, desanimado, solitario y no necesariamente el resultado
de la edad. Tales cambios pueden ser invertidos, si se asume una vida activa,
dinámica, animosa, impulsada por motivos que le den sentido a su existencia, si
realiza actividades interesantes y atractivas y mantiene un nivel de
participación social animosa, es posible lograr la maravilla —comprobado por la
ciencia— de un rejuvenecimiento y conseguir “atrasar” el reloj biológico de diez
a quince años. ¡ Bien vale la pena!
Veamos ahora los cambios psicológicos, los cambios en el cerebro y en la vida
intelectual que se producen en el viejo sano. La mayoría de los viejos mantienen
su cerebro en un estado funcional aceptable y generalmente conserva el nivel
intelectual de su edad adulta. Su vida intelectual se caracteriza porque ha
llegado a la madurez espiritual y ha podido cosechar, a través de los años, un
rico bagaje o caudal de experiencias vitales. Desarrolla conceptos generales más
amplios y elevados por la gran experiencia que ha acumulado, lo que le permite
tener una visión más extensa y profunda de la realidad.
En la esfera social hay oportunidades de compensar la disminución de los
contactos, relaciones e intereses sociales —que suelen ocurrir en la vejez— con
la apertura de nuevas relaciones y con el enriquecimiento y afianzamiento del
círculo de amistades, como se ve en los grupos de abuelos de creciente
desarrollo en Cuba.
En la esfera espiritual y cultural es posible que se invierta el patrón vital
y ocurra una ampliación de sus intereses y actividades culturales, a causa del
mayor tiempo disponible. La amistad y la cultura son cosechas de la vejez que se
benefician con el añejamiento del tiempo.
La vejez puede significar para el viejo sano la máxima realización de sus
potencialidades vitales, la culminación del desarrollo de la personalidad y de
la propia individualidad y el logro de un modo de ser más profundo y auténtico,
y de una mayor paz interior y armonía con los demás.
Fuente: http://www.sld.cu/saludvida/adultomayor/temas.php?idv=5944
No hay comentarios.:
Publicar un comentario